All you need is… respect = Fórmula para un mundo feliz


Desde el jueves pasado ‘habita’ en mí un sentimiento muy específico, el de la desesperanza. Llevaba ya varios meses, si no es que años gestándose en mi persona, pero fue básicamente un evento en específico el que lo multiplicó.

Ese jueves yo caminaba por una calle que he recorrido cientos de veces, una calle en la que aprendí a caminar, en la que salía a saltar en los charcos cuando tenía 7 años, en la que solía pasear a mis perros (sin supervisión adulta) cuando tenía 10.

Iba como cualquier otro día, tranquila, admirando los edificios, recordando mi infancia, escuchando música, hasta que escuché que alguien corría atrás de mí… volteé y a para mi sorpresa eran 2 jóvenes de alrededor de 20 y tantos años. En su ser no se notaban carencias, no se percibía pobreza alguna. Uno de ellos me dijo: “ahora sí, nos vas a dar todo lo que traes”.

Corrí y pedí ayuda, a lo lejos vi a un señor de traje que caminaba hacia mi dirección, me fijé el objetivo de llegar a él. No me pudieron alcanzar, dejaron de perseguirme y subieron a un taxi que los esperaba, donde además habían otros 2 hombres. Entre el shock y la prisa por huir no pensé en anotar las placas. Pero pensé, ¡qué cabrón que unos güeyes que traen coche, que se ve que no tienen pedos de dinero, vienen a querer chingarme a mí, que no tengo un peso!. Después me entristecí porque me di cuenta que nadie me ayudó, ni siquiera aquel señor de traje que tenía ya tan cerca se acercó a preguntarme si estaba bien.

Y me desilusioné, me sentí traicionada por esa calle que tanto me había dado, ahora es una calle sola, triste, criminal. Y llegué desesperanzada a mi cita con la psicoanalista, con ese sentimiento de que ‘el mundo es malo’, de que ya no se puede hacer nada.

Me cuestioné, ¿qué va a pasar cuando tenga hijos? ¿En qué mundo van a vivir?. Le dije a la terapeuta que no veo fin a la inseguridad, a la violencia, al miedo, que creo que éste es el principio del fin.

Y luego me puse a pensar en cuál es el origen de este mal y llegué a la conclusión de que se trata de una falta de respeto total entre los seres humanos y entre los seres humanos y el mundo que los rodea.

Una falta de respeto hacia las creencias, gustos, preferencias sexuales, razas, bienes, espacios de las otras personas.

Faltas de respeto que se muestran en situaciones tan sencillas como ceder un lugar en un camión para alguien que lo necesita, en quedarse atravesado en una calle cuando hay mucho tráfico para que el otro pueda pasar, en criticar porque a x o y persona le gusta x o y equipo de futbol (sea o no sea de su país).

Faltas de respeto más graves que tienen que ver con creer que se tiene más poder o más derechos que otros, que se demuestra en arrebatar de la mano de alguien su teléfono, su bolsa, su auto sólo porque se quiere, ya ni siquiera porque se tiene hambre. El pedir al empleado que deje sus asuntos personales, sólo porque se tiene el poder para joderlo, que se le pague mal, que se le maltrate y no se le reconozca. Faltas de respeto como denominar pendejo al otro porque no tiene las mismas ideas que tú.

Y de verdad que lo creo, creo que si nos respetáramos más habrían menos problemas.

Si respetáramos que además de la religión que profesamos, existen muchas más, habría menos ‘guerras santas’ (entiendo que no es la única vertiente del problema, pero por decir algo).

Si respetáramos las preferencias sexuales, los niveles socioeconómicos, los colores de la piel. Si no utilizáramos lugares comunes como “los putos son unas locas”, “las lenchas son unas machorras”, “los de la UNAM son unos porros”, “los de la Ibero son unos mirreyes, quién les va a creer que son activistas”, “los de la UP son unos mochos”, “los pobres son nacos”, “los pobres son ladrones”, “los morenos son pobres”, “los rubios son ricos”, todo fluiría de mejor manera, nos pelearíamos menos y tendríamos más tiempo para construir.

Si nos manejáramos por principios básicos, que no tienen que estar escritos en leyes ni en biblias sino que deben ser inherentes al ser humano, tal vez seríamos más felices.

No matarás, no robarás, no cometerás adulterio, priorizarás el respeto a la vida por sobre todas las cosas, despierta todos los días con la meta de ser un buen ciudadano, una buena persona, un buen esposo, un buen novio, un buen hijo, un buen hermano, un buen empleado, el mejor ser humano posible, no tires basura, preserva tu espacio, respeta el espacio de los demás. Si no te parece algo no lo hagas, no lo veas, no lo practiques, pero respeta a quien lo hace.

No juzgues, no hables sin sentido, debate siempre con argumentos basados en hechos, documentos, verdades. No te regocijes del mal del otro, busca el bien común antes del bien de los pocos. Defiende tus puntos cuando tengas con qué sostenerlo. Vive y deja vivir. Comparte tus puntos de vista pero no trates de imponerlos a los demás. 

Ayuda cuando puedas, preocúpate por el prójimo, aléjate del crimen, deja de pensar que el que tranza no avanza, haz escuchar tu voz… pero siempre con respeto.

Eso es lo que trato de hacer yo, con algunos defectos, con algunas debilidades, pero al menos aspiro a ello. Si estás de acuerdo con mi idea te invito a que te levantes todos los días pensando en ser la mejor persona posible, en juzgar menos y construir más.

Yo ya me cansé de sentirme desahuciada, y sobre todo, de tener que depositar en alguien más la esperanza de que este mundo cambie.

Comentarios

Unknown dijo…
En un principio sin darme cuenta leí esperanza y no lo contrario... después me di cuenta de que algo andaba mal. La desesperanza es menospreciada, aunque no lo debería ser del todo, sobre todo si nos mueve a escribir por ejemplo... lo comparto, seamos mejores todos los días!
Marianna dijo…
La verdad es que tiene mucha razón, es triste pero cierto, supongo que de uno a uno se puede estar en un lugar mejor.

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