Fábrica de sentimientos

¿Los sentimientos nacen o se fabrican? ¿De dónde vienen, de una primera impresión o uno se los va inventando?

En este último par de días me di cuenta que en mi caso, lo que siento prácticamente me lo invento.

¿Cómo es eso de inventar lo que siento? Pues sí, mi necesidad de no sentirme sola me hace “colgarme” de cualquier ventana de oportunidad que encuentro.

Para explicarme mejor un ejemplo. Sujeto A muestra cierto interés en mí, aunque yo ya conocía a Sujeto A desde hace tiempo no es hasta ese momento en que me digo: pues no está tan mal, pues tiene x o y virtudes, pues es algo chistosón y así voy sumando las cualidades hasta que me convenzo de que me gustaría estar con él.

El problema es que me enamoro de mi idea y no de la realidad, y bajo este concepto creo que me podría enamorar de casi cualquier hombre que se cruce en mi camino. Con esto no quiero decir que esa persona no sea un buen partido y tenga toda una serie de cualidades, sino que a ciencia cierta no sé cuáles son mis verdaderos sentimientos hacia él (por qué si de inicio no me llamó la atención ahora sí, es lo que me pregunto).

Y entonces este tipo de comportamiento dependiente y lleno de necesidades me lleva a “atascarme el flan antes de que cuaje”, antes de saber qué siento en realidad y por ello 9 de cada 10 ocasiones termino tirándome a la desgracia porque no funcionaron las cosas, porque para empezar no sé ni qué quiero, ni qué quiere a otra parte, no tengo idea de nada.

Y esto me lleva a saltar de oportunidad en oportunidad conforme se van presentando. Bueno, eso es lo que he pensado.

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